¡Adiós a las fiambreras amarillentas!
Aunque hace tiempo que vivo fuera de la casa de mis padres, sigo comiendo la deliciosa comida de mi madre gracias a las fiambreras. Casi podría decirse que las colecciono, porque se van acumulando en mi cocina hasta el día que me da por devolvérselas. Y sé que no soy el único, seguro que a muchos de vosotros os pasa lo mismo.
Y como de todo se aprende, he aprendido que las fiambreras, con el uso, van cogiendo una tonalidad un tanto sospechosa. Por muy limpias que estén, ni el lavavajillas ni el máximo desengrasante le quitan ese color amarillento (o rojizo si han transportado algo con tomate frito) que van adquiriendo. Pero se acabó, porque ahora sé cómo dejarlas como nuevas. Os cuento cómo lo hago:
Lo primero es intentar, siempre que sea posible, limpiar el recipiente justo tras usarlo. Pero normalmente no es suficiente, así que escojo una de estas opciones:
- A veces, fabrico una masilla mezclando vinagre y sal y con ella impregno el interior de la fiambrera, dejándolo reposar durante varias horas. Si llevo prisa y la mancha no es muy drástica, simplemente impregando la misma con vinagre blanco obtengo el resultado que busco.
- Una alternativa al vinagre y la sal es el bicarbonato y el agua. El sistema es el mismo, hago una especie de masa que paso por la superficie. Luego, hay que aclarar con agua tibia y ¡listo!
- Para los casos de suciedad más incrustada o con peor pinta, aplico lejía blanca y dejo reposar. Luego, claro está, hay que aclarar y lavar muy bien (si tenéis lavavajillas, mejor). El resultado es que se queda la fiambrera como nueva.
¿Qué os parecen mis trucos? ¿Conocéis alguno más? ¡Me encantaría conocerlos!
Saludos, Mateo
Imagen: Pinterest